sueños del pasado

Gritos a lo lejos niños que se oían desesperados, no sabia bien que pasaba, sintió miedo y quiso correr con su madre sin embargo no lo hizo solo permaneció en esa completa oscuridad, tembló de miedo sin saber que hacer mientras esos gritos se incrementaban, tapo sus oídos tratando de bloquearlos pero era inútil no se iban y no se atenuaban, unas pequeñas lagrimas comenzaba asomarse en sus ojos hasta que la suave voz materna lo llamo —Madara, Madara—sintió unos brazos cálidos rodeándole, aquella seguridad regreso a él correspondió ese abrazo con todas sus fuerzas poco a poco la oscuridad se desvanecía podía ver a su madre y aquel parque en donde estaban —no sé que paso— su vos sonó resquebrajada, al punto del llanto—mi pequeño Madara no llores, no te preocupes todo estará bien— una sonrisa cálida que le hacia creer cualquier cosa, asintió con la cabeza y se dejo cargar haciendo caso a la orden de no abrir los ojos, escucho los pasos de su madre en algo liquido se pregunto si era agua aunque ahí no había llovido, se aferro mas a ella una sensación lo embargaba no sabia que pasaba pero no era bueno, una imagen rápida de uno de sus vecinos con la cabeza cercenada en el suelo convulsionando le hizo sollozar –¿ Hice algo malo?- ella lo miro con ternura asegurándole que no era de esa manera, que todo era un accidente.
Después de caminar un rato llegaron a su casa donde vio la figura de su padre, con una expresión seria que helaría la sangre de cualquiera, al ser bajado su padre posos eso ojos color carmín sobre el, pensó que seria regañado pero en lugar de eso su cabeza fue acariciada de manera tan cálida que no pudo evitar sonreír por eso, lo quería mucho aunque fuera muy estricto, le dijo que fuera a su habitación que el como su madre tendrían que hablar de algunas cosas, asintió suavemente para subir las escaleras, se recostó en la cama dispuesto a descansar mientras lo mayores arreglaban lo que tenia–algo malo…—susurro despacio mientras sus ojos se cerraban lentamente, el sueño lo llevo a un lugar agradable lejos de cualquier miedo que en la realidad podría alcanzarle.
Después de aquello nos fuimos de lo que conocía como mi hogar, no me dijeron nada no había necesidad de ello imaginaba el porqué de todo lo que sucedía aunque al mismo tiempo no quería saberlo. Mi padre solo había dicho que adonde nos dirigíamos era tranquilo, donde podría desarrollarme como debía eso ultimo no le antedí pero confiaba en él siempre lo hacia.
El lugar donde viviríamos estaba rodeado por un bosque enorme ni una casa aparte de la nuestra se veía cerca, solo un templo donde se veía monjes y sacerdotisas ir y venir todo el día, admitía que eso era un poco raro, ahí se dio cuenta en las escaleras de ese lugar había una niña parecía de la misma edad que el 6 años seguro, se miraron un buen rato sin decirse nada ni desviar las miradas, él le sonrió porque ella parecía triste, se acercó a esa niña —hola soy Madara y tu— ella también le sonrió de manera algo melancólica—Akemi—se sentó con ella y escucho su historia, parecía que sus padres la habían ido a dejar en ese templo, porque haces unos días habían pasado cosas extrañas, sus padres le temían eso me dijo estoy sola, la abrase no se bien porque, pero desde entonces siempre estamos juntos, será que ella vio algo similar a lo que yo cuando en el parque tal vez no éramos diferentes.

Jugamos juntos muchas veces pues realmente era agradable un día la invite a casa pero al ver a mi padre ella retrocedió unos pasos tomándome de la mano, parecía que los ojos rojos de el la habían sorprendido o asustado le asegure que no pasaba nada, y mi padre amablemente la recibió parecía que el susto inicial había pasado sin embargo —Madara tu padre el…— me dijo esa oración entrecortada le pregunte si pasaba algo pero ella solo me sonrió diciendo que solo le había impresionado el como se veía, sabia que no me decía la verdad completa pero era mejor dejarlo así, a partir de allí akemi se volvió parte de nuestra familia, después de nuestros respectivos entrenamientos, iba por ella para ir a comer, los monjes del templo parecían mirarme de manera sospechosa pero nunca decían nada.

Así mi vida paso un tiempo sin por mayores, salvo por algunas cosas como que ahora podía usar unos ojos parecidos a los de mi padre él lo llama Sharingan, era interesante usarlos pero muy cansado, después de un tiempo estos evolucionaron a otro tipo de sharingan mi padre parecía feliz decía que nunca había visto un avance tan rápido como el mio en mucho tiempo. Podía sentirme orgulloso entonces de mi avance aunque para mi no tenia mucho significado siendo que hace poco conocí al clan Uchiha, eran muchos capaces de activar esos ojos aunque parecían tenerle miedo a mi progenitor y un tanto ami, no me gustaba ir mucho ahí por esas razones aunque lo único bueno era que tenia un sobrino mas pequeño llamado itachi era un genio según su padre y el mio decía que era verdad, una vez me dijo lo único salvable de ese lugar y de ellos, todos los demás le parecían insignificantes mi padre siempre era de esta manera.
Pasaron algunos años y mi madre nos dio una buena noticia a mi padre y a mí, estaba embarazada, mi padre la abrazo fuerte estaba contento por eso era buena noticia por mi parte eso era lo mejor del mundo un hermano la cual querría mucho, ambos me abrazaron también, felicidad eso tenia en esos momentos pero no todo dura para siempre.

—Madara, Madara despierta de una buena vez—la voz de akemi resonaba fuertemente, solo atine a moverme—Hermano despierta vamos rápido—suspire esos dos no iba a desistir de despertarme, que les costaba dejarme dormir un rato mas, abrí mis ojos lentamente la luz del sol me lastimo un poco y troné la lengua era una forma de demostrarle mi fastidio pero esos dos solo se rieron por mi actitud— ya no voy dejar que se junten se vuelven insoportables— lo dije en broma pero ambos hicieron un puchero enojado.

— lo que sucede es que te has vuelto un amargado madara—hice un gesto de enojo no es que fuera un amargado solo estaba cansado—akemi chan no digas eso mi hermano se esfuerza mucho en la universidad— ella miro a izuna y luego a mi—bueno sedo eso pero quien te manda a ser un genio a tu ya vez ahora tienes poco tiempo aunque ahora ya te graduaste— suspiro de nuevo ella siempre así— bien ya dejemos eso y vayamos a jugar al rio, para eso vinimos— vi la cara de felicidad de ambos, no pude evitar sonreír también, caminamos unos metro para llegar ahí ambos se cambiaron de ropa esperando a que yo hiciera lo mismo, no tarde mucho en hacerlo y se puso a jugar con ellos, un buen rato llevaban comida, todas esas cosas pasaron un buen rato juntos desde hace un buen tiempo no podíamos.

Sin embargo de repente akemi parecía consternada como si estuviera viendo algo terrible la sujeto del hombro—¿estas bien?— pero las lagrimas de ella le dieron la respuesta—algo malo esta pasando en casa— eso lo alerto y el miedo se apodero de el akemi nunca se equivocaba con esas cosas rápidamente me cambie de ropa ellos hicieron lo mismo tome en mis brazos a Izuna quien me miraba un tanto preocupado y asustado, lo abrace fuerte—va estar todo bien— no estaba seguro pero no quería que se asustara por nada, corrimos devuelta lo mas rápido que pudimos sin embargo al acercarnos a lo poblado nos dimos cuenta que el pueblo estaba ardiendo, las llamas eran tan inmensas que se veían desde donde estábamos los gritos de las personas me helaron la sangre, mi hermano se presiono más contra mi, akemi llevo sus manos su boca—vamos si están en el pueblo aun podemos llegar con tus padre y los monjes— retomamos la carrera con la esperanza de salvar a quienes queríamos.

Los minutos que tardamos en llegar me parecieron eternos en la bifurcación que separaba mi casa del templo akemi y yo nos miramos diciéndonos mutuamente no tardes, con izuna aun en mis brazos corrí el pequeño tramo que nos separaba de la casa pero al llegar, mi corazón por poco se detiene estaba hecha escombros, mi pequeño hermano soltó un sollozo al ver lo que yo—hermano papá y mamá— lo mire sin saber que responderle, solo hice mas fuerte mi abrazo, baje a izuna y lo mire—Voy a entrar si escuchas algún ruido vete con Akemi entiendes— el no quería soltarme pero asintió con la cabeza, y lagrimas en los ojos, le di un ultimo abrazo.

Camine a la puerta y la empuje cayo al suelo, mire adentro pero todo estaba oscuro di unos cuantos pasos en la estancia, buscando a mis padres pero nada, seguí adentro un poco mas y al estar en el comedor, mis ojos se llenaron de lagrimas, enfrente de mi, aquella persona a la que había querido tanto mi padre, lleno de sangre su mirada era diferente a lo usual parecía no tener un alma, temblé un poco por la conmoción y termine gritando al ver el cuerpo de mi madre tirado a sus pies aun viva sangrando copiosamente sus labios se movieron, no salió ningún sonido pero logre entender lo que me decía "corre".